Esta encantadora villa, que antiguamente era un monasterio, fue cedida al conde Andrea Passalacqua, quien la amplió en 1787 según un diseño de Felice Soave. La brillante intuición del arquitecto suizo Felice Soave consiste en crear un contraste entre una sencilla fachada simétrica en el exterior y unos interiores finamente decorados, ricos en pinturas, esculturas, alfombras persas, tapices y candelabros venecianos.